Lo que comenzó como una breve misión a la Estación Espacial Internacional (EEI) terminó convirtiéndose en una estadía de nueve meses para los astronautas Barry Wilmore y Sunita Williams. Aunque su regreso estaba programado para solo ocho días después de su llegada en junio de 2024, diversos problemas técnicos obligaron a prolongar su estancia en el espacio, retrasando su vuelta hasta marzo de 2025.
Finalmente, el pasado 18 de marzo, ambos pudieron regresar a la Tierra a bordo de la nave SpaceX Dragon, donde fueron recibidos con un meticuloso protocolo de recuperación. Al tocar suelo firme, se les vio siendo trasladados en camillas, un procedimiento común tras largas misiones en el espacio. Aunque el reencuentro con la gravedad es un alivio, también implica un desafío físico que puede traer consigo diversos efectos en la salud.
Estar en microgravedad por tanto tiempo impacta el cuerpo de formas notables. Uno de los cambios más evidentes es la pérdida de masa muscular y ósea, lo que puede hacer que los astronautas luzcan más delgados o incluso demacrados. Además, la falta de peso en el espacio altera la circulación de fluidos en el cuerpo, generando acumulación en la parte superior, lo que puede dar un aspecto hinchado en el rostro.
Otro efecto que preocupa a los expertos es el síndrome neuro-ocular asociado al vuelo espacial (SANS), una condición que se produce por la acumulación de líquidos en la cabeza, afectando la presión sobre los ojos y los nervios ópticos. Aunque la mayoría de los astronautas recuperan la visión normal con el tiempo, la NASA ha advertido que en algunos casos los efectos pueden volverse permanentes, dependiendo de la duración de la misión.
A su regreso, Wilmore y Williams fueron trasladados al Centro Espacial Johnson, en Houston, donde serán sometidos a una serie de evaluaciones médicas. Entre los aspectos a monitorear están la atrofia muscular, la pérdida de densidad ósea y posibles alteraciones en la visión. También deberán adaptarse nuevamente a la gravedad terrestre, lo que puede provocar problemas de equilibrio y debilidad en las piernas, un fenómeno conocido como “piernas de pollo”.
Otro riesgo a considerar es la trombosis venosa del vuelo espacial (TVS), un fenómeno en el que los fluidos del cuerpo se desplazan hacia la parte superior, afectando la circulación y contribuyendo a la sensación de pesadez en la cabeza. Por esta razón, los astronautas suelen experimentar dificultad para moverse en los primeros días tras su regreso.
A pesar de estos desafíos, la NASA cuenta con protocolos diseñados para ayudar a los astronautas a recuperar su fuerza y salud en la Tierra. Se espera que Wilmore y Williams pasen las próximas semanas en un programa de rehabilitación intensiva, que incluye ejercicios específicos para fortalecer los músculos y mejorar la circulación.
Su caso pone en evidencia los retos físicos y médicos de los viajes espaciales prolongados, un aspecto crucial a considerar en futuras misiones a la Luna o Marte. Mientras la exploración espacial avanza, los científicos continúan estudiando los efectos de la ingravidez en el cuerpo humano para garantizar la seguridad de los astronautas en futuras expediciones más largas.