La culebrilla, también conocida como herpes zóster, es una enfermedad viral que se presenta comúnmente en adultos y personas mayores, especialmente en aquellos con sistemas inmunológicos debilitados o bajo altos niveles de estrés. Esta afección es causada por la reactivación del virus varicela-zóster, el mismo virus responsable de la varicela. Después de superar la varicela, el virus permanece latente en los ganglios nerviosos y puede reactivarse años más tarde en forma de culebrilla.

Uno de los principales detonantes de esta reactivación es el estrés físico o emocional. El estrés debilita el sistema inmunológico, lo que permite que el virus resurja. Otros factores que pueden contribuir incluyen enfermedades crónicas, tratamientos inmunosupresores, envejecimiento o incluso una mala alimentación.
La culebrilla se manifiesta inicialmente como una sensación de ardor, picazón o dolor en una zona específica del cuerpo, generalmente en un solo lado. A los pocos días aparecen erupciones en forma de ampollas agrupadas, que siguen el trayecto de un nervio. Estas lesiones son dolorosas y pueden durar entre dos y cuatro semanas. En algunos casos, el dolor persiste incluso después de que la erupción ha sanado, una condición conocida como neuralgia posherpética.
El tratamiento suele incluir antivirales como el aciclovir, famciclovir o valaciclovir, que ayudan a reducir la severidad y duración de los síntomas, especialmente si se administran en las primeras 72 horas. También se pueden emplear analgésicos y cremas tópicas para aliviar el malestar.
Prevenir la culebrilla es posible mediante una vacuna específica, recomendada especialmente en adultos mayores de 50 años. Además, mantener una vida equilibrada, con una alimentación saludable, ejercicio regular y técnicas para el manejo del estrés, puede reducir significativamente el riesgo de reactivación del virus.
En conclusión, la culebrilla es una enfermedad común pero prevenible, cuya aparición está estrechamente ligada al estrés. Reconocer sus síntomas tempranamente y actuar con prontitud es clave para evitar complicaciones y aliviar el malestar.