El mundo católico y millones de personas alrededor del globo lamentan profundamente el fallecimiento del Papa Francisco, ocurrido recientemente en el Vaticano. Jorge Mario Bergoglio, de origen argentino, fue el primer papa latinoamericano y el primer jesuita en ocupar el trono de San Pedro. Su partida marca el fin de una era caracterizada por la apertura, la humildad y la constante búsqueda de justicia social dentro y fuera de la Iglesia.

Desde su elección en marzo de 2013, el Papa Francisco se destacó por su estilo pastoral cercano, su lenguaje sencillo y su enfoque reformista. Conmovió al mundo al elegir vivir en la residencia Santa Marta, en lugar del tradicional Palacio Apostólico, reflejando su compromiso con una Iglesia más austera y cercana a los fieles. A lo largo de su pontificado, abogó por los pobres, los migrantes, la protección del medio ambiente y el diálogo interreligioso, convirtiéndose en un símbolo de esperanza para muchos.
Bajo su liderazgo, la Iglesia enfrentó desafíos importantes, como las crisis de abusos sexuales, los debates sobre el rol de la mujer, y la inclusión de la comunidad LGBTQ+. Francisco no rehuyó estos temas; los enfrentó con valentía, promoviendo una Iglesia más inclusiva y compasiva, aunque no exenta de críticas tanto dentro como fuera del clero.
Su encíclica Laudato Si’, centrada en el cuidado de la “casa común”, marcó un hito en el compromiso del Vaticano con el medio ambiente, llamando a una conversión ecológica global. También fue conocido por tender puentes con otras religiones y por su firme oposición a las guerras y la violencia en todas sus formas.
El fallecimiento del Papa Francisco deja un vacío inmenso. Su legado, sin embargo, permanecerá vivo en las reformas que impulsó y en el espíritu de misericordia que supo transmitir. Hoy, el mundo despide no solo a un líder religioso, sino a una figura global que, con su testimonio, supo tocar corazones y transformar conciencias.
Descanse en paz, Papa Francisco. Tu luz seguirá iluminando el camino de muchos.