Kathy Bates revela cómo su vida cambió tras ser diagnosticada con una enfermedad incurable

Pocas figuras del cine logran mezclar intensidad dramática, carisma y humor como lo hace Kathy Bates. Reconocida por interpretar papeles memorables tanto en el cine como en la televisión, la actriz ha demostrado ser una fuerza imparable dentro y fuera del escenario. Pero más allá de los reflectores, su historia personal con la salud ha sido tan impactante como cualquiera de sus actuaciones.

A sus 75 años, Bates no solo es sobreviviente de dos tipos de cáncer, sino que también convive con una condición crónica que la llevó, según sus propias palabras, a tocar fondo emocionalmente. Sin embargo, lejos de rendirse, ha convertido su experiencia en una misión de vida para ayudar a otros.

La carrera de Bates despegó en la década de los 70, pero su gran salto a la fama llegó con su estremecedor papel en Misery, que le valió un Premio Oscar. Desde entonces, ha participado en producciones de renombre como Primary ColorsAmerican Horror Story y Richard Jewell. Sin embargo, fue en el año 2003 cuando su vida dio un giro inesperado: le diagnosticaron cáncer de ovario.

Como si eso no fuera suficiente, en 2012 recibió una segunda noticia devastadora: padecía cáncer de mama, lo que la llevó a someterse a una doble mastectomía. Y cuando pensó que el proceso de recuperación sería el último paso, surgió un nuevo desafío que, según ella, fue aún más difícil de sobrellevar: el linfedema.

El linfedema es una afección crónica en la que se acumula líquido en los tejidos, causando hinchazón y malestar, especialmente después de cirugías donde se extraen ganglios linfáticos. Durante una entrevista en el programa de Kelly Clarkson, la actriz compartió cómo esta condición la hizo sentirse abrumada: “Me volví loca. Salí corriendo del centro médico, confundida, con los drenajes aún puestos”, confesó.

Bates describió ese momento como uno de profunda tristeza y frustración. Pensaba que su carrera había terminado, que su cuerpo ya no resistiría más, y que su salud nunca volvería a estabilizarse. “Me sentía deprimida, estaba convencida de que todo se había acabado”, declaró en conversación con SurvivorNet.

Pero no todo estaba perdido. Un encuentro con una especialista en linfedema le cambió la perspectiva. “Le conté mi historia con enojo, y ella me respondió: ‘Eso ya pasó. Ahora vas a comenzar el resto de tu vida’”, relató. Para Bates, esa frase fue un punto de inflexión.

Desde entonces, la actriz se ha convertido en una defensora activa de la conciencia sobre el linfedema. Como portavoz nacional de la Lymphatic Education and Research Network (LE&RN), utiliza su visibilidad para informar y apoyar a los millones de personas que padecen esta condición en el mundo. “Se calcula que más de 10 millones de estadounidenses la sufren, y es más común de lo que se cree”, afirmó.

La actriz también critica cómo muchas veces los síntomas se minimizan, especialmente en mujeres con sobrepeso, que pueden ser víctimas de estereotipos médicos. “Cuando una mujer dice que se siente hinchada o incómoda, no podemos simplemente decirle que coma una ensalada. Necesitamos diagnósticos reales y compasión”, aseguró.

Hoy en día, Kathy Bates continúa trabajando en el cine, apareciendo recientemente en The Miracle Club, y sigue llevando una vida activa, sin permitir que su diagnóstico la detenga. Con terapias, uso de mangas de compresión y un enfoque positivo, ha encontrado la manera de adaptarse y continuar inspirando a otros.

“Claro que no quería tener cáncer… y tampoco quería vivir con linfedema. Pero si no lo tuviera, no estaría en esta posición de usar mi voz para algo que puede marcar una diferencia”, concluyó.

Con su valentía y honestidad, Kathy Bates demuestra que incluso en los momentos más oscuros, es posible encontrar propósito y fuerza. Una verdadera inspiración que va mucho más allá de las pantallas.

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