El telescopio James Webb detecta sulfuro de dimetilo (DMS), posible indicio de vida producido por fitoplancton en Tierra, en el exoplaneta K2-18b (a 124 años luz).

El Telescopio Espacial James Webb (JWST), la herramienta de observación astronómica más potente jamás construida, ha proporcionado lo que un equipo científico internacional califica como la “señal más fuerte hasta ahora” de posible vida extraterrestre.
Investigadores liderados por la Universidad de Cambridge (Reino Unido) acaban de anunciar la detección de una molécula llamada sulfuro de dimetilo (DMS) en la atmósfera del exoplaneta K2-18b. Este hallazgo representa uno de los “indicios” más prometedores encontrados fuera de nuestro Sistema Solar que podrían apuntar a actividad biológica.
The James Webb Space Telescope (JWST) has tentatively detected dimethyl sulfide in the atmosphere of exoplanet K2-18b, a molecule only produced by living organisms on Earth, indicating the presence of life.
— Shining Science (@ShiningScience) April 14, 2025
This discovery is exciting but requires further observations to confirm. pic.twitter.com/tNaWclaepp
Sulfuro de dimetilo: La “Biofirma” hallada a 124 años luz
La clave de este descubrimiento radica en la naturaleza del DMS. En nuestro planeta, esta molécula es producida casi exclusivamente por organismos vivos, siendo el fitoplancton marino su principal fuente.
Su presencia en la atmósfera de otro mundo sugiere, por tanto, la posibilidad remota pero fascinante de procesos biológicos similares.
Por ello, el DMS es considerado una potencial “biofirma”, una señal química que podría indicar la presencia de vida. “Francamente, creo que esto es lo más cerca que hemos estado de observar una característica que podamos atribuir a la vida”, declaró Nikku Madhusudhan, astrofísico de Cambridge y autor principal del estudio publicado en The Astrophysical Journal Letters.
No obstante, subrayó que por ahora son solo “indicios de una posible actividad biológica”.
Fuerza Informativa Azteca consultó a Marciano Dovalina, escritor, documentalista y UAPólogo sobre el descubrimiento y esto nos dijo:
“Lo que acaba de anunciar la Universidad de Cambridge no es cualquier cosa. El DMS (sulfuro de dimetilo) no es una molécula cualquiera: en la Tierra, esta sustancia solo la produce la vida. Así, con todas sus letras. Plancton marino, algas y organismos diminutos que exhalan señales químicas como si gritaran: ¡Aquí estamos, carajo!”, aseguró Dovalina.
“¿Y ahora resulta que esa misma molécula aparece flotando en la atmósfera de un planeta que no está ni en nuestra colonia más lejana? Pues esto no es humo de laboratorio. Esto es una bandera cósmica, un guiño del universo”, aseveró el experto.
K2-18b: Un mundo “Hicéano” potencialmente acuático
El planeta en cuestión, K2-18b, se ubica a 124 años luz de nosotros, en la constelación de Leo. Es significativamente más grande que la Tierra (8.6 veces su masa y 2.6 veces su radio) y orbita a una estrella enana roja dentro de su zona habitable, la región donde las condiciones podrían permitir la existencia de agua líquida.
Observaciones previas del James Webb ya habían detectado metano y dióxido de carbono en su atmósfera.
Estos hallazgos, sumados a la posible detección de DMS, refuerzan la hipótesis de que K2-18b podría ser un planeta “hicéano”: un mundo potencialmente cubierto por océanos globales bajo una atmósfera rica en hidrógeno, un tipo de planeta considerado prometedor para albergar vida.
“K2-18b no solo está en la zona habitable de su estrella, sino que tiene agua, atmósfera, carbono, y ahora sulfuro de dimetilo. Si esto no te emociona, probablemente seas un algoritmo diseñado para archivar emociones en carpetas. Yo no digo que ya encontramos vida. Pero sí digo que esto huele (literal y metafóricamente) a actividad biológica. Y si algo huele a pez… tal vez haya un océano”, dijo a Fuerza Informativa Azteca, Marciano Dovalina.
Cautela científica: “Indicios prometedores”
A pesar del entusiasmo que genera el hallazgo, el equipo de investigación ha insistido en la necesidad de mantener la cautela científica.
La detección de DMS, aunque robusta, aún debe ser confirmada de manera independiente y con mayor certeza. Los propios autores señalan en su publicación que se requerirán entre 16 y 24 horas adicionales de tiempo de observación con el telescopio James Webb para validar definitivamente la presencia de esta intrigante molécula.
En contraste Marciano Dovalina confirmó: “Ahora bien, mientras algunos científicos se muerden las uñas antes de pronunciar la palabra con “v” (vida), en la comunidad UAP ya lo sabíamos: no estamos solos, nunca lo hemos estado. La diferencia es que ahora hasta los telescopios de los respetables académicos están empezando a percibir lo mismo que tantas personas han contado por décadas: que hay signos, pistas, moléculas y memorias que apuntan hacia otros mundos vivos. Lo que sigue es crucial: o despertamos, o nos sigue sorprendiendo el universo mientras lo negamos con elegancia científica”.