El mundo del teatro mexicano atraviesa un momento de profunda tristeza tras conocerse la noticia del fallecimiento de Susana Garfel Durazo, una actriz cuya pasión, entrega y talento dejaron una marca imborrable en los escenarios nacionales. La noticia fue confirmada el domingo 8 de junio por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, que destacó su legado como una figura clave de las artes escénicas del país.

Nacida en el estado de Sonora, Susana Garfel dedicó más de tres décadas a una carrera profundamente vinculada con el teatro independiente y experimental. Aunque su nombre también resonó en la televisión y el cine mexicano, fue sobre las tablas donde construyó una trayectoria admirada por colegas, críticos y espectadores. Su paso por los escenarios dejó huella gracias a su energía arrolladora, su autenticidad y su fidelidad a un estilo actoral comprometido con la expresión artística más honesta.
El comunicado difundido por la Secretaría de Cultura capitalina expresó con emoción: «Lamentamos profundamente el sensible fallecimiento de Susana Garfel Durazo, destacada actriz cuyo legado en el teatro, cine y televisión sigue vivo en el corazón de quienes admiraron su talento y dedicación por el arte«. Hasta el momento, no se ha informado públicamente la causa de su muerte, pero su partida ha movilizado mensajes de afecto y reconocimiento desde todos los rincones de la comunidad artística.
También el Centro Cultural Helénico, institución estrechamente ligada a la trayectoria de la actriz, se despidió de ella con un homenaje en redes sociales, donde la recordaron como «una artista generosa, apasionada y de inmensa presencia escénica«. La publicación recordó especialmente su interpretación en la obra Las tremendas aventuras de la Capitana Gazpacho, que se convirtió en uno de los papeles más entrañables de su carrera.
La formación de Susana fue clave en su desarrollo como actriz. Estudió actuación en el Foro Teatro Contemporáneo, una escuela dirigida por el reconocido Ludwik Margules, uno de los maestros más influyentes del teatro mexicano. Gracias a esta sólida base, Garfel se convirtió en una actriz versátil y respetada dentro del circuito teatral alternativo y de vanguardia.
Entre sus trabajos más destacados en teatro se encuentran títulos como El camino rojo a Sabaiba de Óscar Liera, Punto Jonbar de Silvia Ortega, y la ya mencionada obra de Gerardo Mancebo. Estas piezas, además de tener relevancia en la historia del teatro contemporáneo mexicano, mostraron la capacidad de Susana para sumergirse en roles desafiantes, siempre con una interpretación sincera y profunda.
Su presencia también se sintió en la pantalla grande, donde participó en producciones como La calle de la amargura, Conejo en la luna, La otra familia, El reflejo y El gavilán de la sierra. En cada uno de estos proyectos, aportó su característico estilo actoral, manteniéndose fiel a su esencia sin importar el formato o el medio.
Más allá de los escenarios, quienes la conocieron coinciden en que Susana Garfel fue una mujer íntegra, entregada a su vocación y siempre dispuesta a compartir su experiencia con nuevas generaciones. Su legado no sólo permanece en sus obras, sino también en la memoria colectiva de quienes la vieron actuar o compartieron con ella el amor por el arte dramático.
Con su partida, el teatro mexicano pierde a una de sus voces más auténticas, pero su arte seguirá latiendo cada vez que se encienda una luz sobre el escenario. Porque como bien lo recordaron sus colegas: su fuerza, su risa y su talento seguirán presentes en cada función.